La vida de vosotros
Iñaki de la Torre CalvoHas leído bien, y quizá haya sido a ti a quien hemos estado siguiendo por internet, por satélite mediante la localización del móvil. Por razones obvias, vamos a dar un nombre en clave del lector de Quo al que hemos rastreado, y a cambiar muy pocos detalles –de lugares y nombres–, para preservar su intimidad. Pero todo lo demás son acciones, situaciones y movimientos reales. No somos unos “conspiranoicos”, pero es bueno que sepas qué es y cómo fuciona lo que llaman “inteligencia de código abierto”, lo último en recopilación de datos. O sea, el arte de deducir valiosa información personal, laboral, política, psicológica y hasta económica de cualquier persona a base de correlacionar datos aparentemente inofensivos que los servicios secretos de todo el mundo (y las grandes empresas) sacan de blogs –y sus comentarios–, redes sociales –y las anotaciones de sus amigos en sus “muros”–, sus fotos –y las tiendas que salen detrás, las fechas en que se tomaron–, los mapas y las imágenes de Google Street View de los lugares que menciona, la marca de ropa que lleva, el tipo de conexión a internet de la que se queja a cada paso...“¡No sabéis la cantidad de horas de seguimiento que se ahorran el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la CIA y el Mossad israelí gracias a todos estos medios!”, exclama Eric Frattini, periodista experto en espionaje, profesor ocasional en academias policiales, y ex corresponsal de televisión en Oriente Medio. “Ahora mismo hay un caso de mafias en España que esta sub iúdice y no puedo decirte cuál es, pero sé que están siguiendo al abogado por medio de Twitter, porque también sospechan de él”, pone como ejemplo.
Así que aquí va el relato de cinco días en los que hemos seguido lo que Charly Tango –el nombre en clave del lector– ha ido colgando. Y de cómo los servicios de inteligencia usan esas anotaciones en casos reales.
Charly Tango cuenta en Twitter que acaba de levantarse. Ayer dijo a las 21 h que bajaba “a echar un cigarrito”. Cuenta en Facebook que: “La policía ha venido a mi nueva casa de Candem Town [Londres] buscando a la anterior inquilina”.
Asombrosamente, no es ningún secreto que la CIA tiene un “brazo” financiero llamado In-Q-Tel que se dedica a invertir en todos los negocios tecnológicos que puedan ayudarla a obtener datos sobre todo ser viviente que se conecta a la red. La última inversión de este fondo ha recaído en Visible Technologies, una compañía especializada en monitorizar webs y redes sociales abiertas. Según la revista Wired, sus programas peinan cada día medio millón de webs, y más de un millón de blogs, comentarios o conversaciones en foros, y hasta se fijan en las recomendaciones de Amazon o en los vídeos de YouTube. Uno de los objetivos de Visible es saber quién es líder de opinión y marca tendencia, y si esta es favorable o contraria a los intereses de sus clientes. El Gobierno de Reino Unido planea contratar un servicio similar. Y la mayor asociación norteamericana de internautas, la Electronic Frontier Foundation, ha demandado a la CIA y a otros 11 departamentos de la Administración Obama por no informar de cómo rastrean convocatorias de manifestaciones o los hábitos alcohólicos juveniles.
En su perfil en Facebook aparecen el currículo de Charly, su email, su nuevo teléfono y un enlace a su blog. Sus amigos de Madrid jalean su mudanza a Londres.
Pero Visible Technologies no es capaz de vigilar la todopoderosa red Facebook de Mark Zuckerberg (abajo) porque se exige registro (igual que LinkedIn). Pero para eso la CIA se basta sola, parece. El diario The Guardian descubrió en 2008 que el hombre en la sombra de Facebook es Howard Cox. Este inversor no solo es consejero de In-Q-Tel –el fondo de inversión de la CIA– sino que invirtió en 2008 27,5 millones de dólares en esta red a través de su propio hedge fund, Greylock Venture Capital. Pero hay un segundo “tapado”: Peter Thiel, un declarado amante de la política del todo vale contra “el mal” de Bush, posee un 7%. Así que quizá los movimientos de nuestro espiado pueden no estar reservados solo a sus amigos en el “Caralibro”.
Nuestro espiado anuncia que va a ver el Madrid-Barça cerca de casa. Un amigo le cita “al lado del metro”. Se ríe recordando al primo de Rajoy y la anécdota del calentamiento global. Pega algo que parece parte de una letra de una canción. Hoy, Charly da datos inocuos, pero el Mossad sacaría oro de esos comentarios. Según Eric Frattini, quien también trabajó en Tel Aviv: “El servicio secreto israelí tiene el mejor equipo de análisis del comportamiento del mundo. Las fuerzas de seguridad y ejércitos de todo el globo están ya entrenando equipos específicos en este tipo de análisis por medio de nuevas tecnologías, pero el del Mossad es el mejor, y tiene agentes infiltrados en todas las webs que dominan la lengua árabe”. Todo les da pistas: la ropa que lleva en las fotos, para saber qué puede permitirse, qué gustos tiene o en qué país compra las prendas; los lugares y distancias que menciona, para saber por qué medios se transporta; si twittea desde el móvil o frente al PC; si es ecologista o negacionista; la música que escucha, etcétera.
Las grandes compañías también pueden recabar estos datos y reconstruir perfiles psicosociales. “Los bancos y los supermercados con tarjetas de cliente ya pueden determinar un perfil muy preciso de cada uno de sus clientes por separado”, cuenta Emilio Arsuaga, sociólogo y consultor independiente de investigación de mercados. “La hora a la que compras, las cosas que te llevas juntas, el precio... todo lo analizan los expertos en bases de datos, mediante data mining”. El programa más extendido para cruzar esos datos “del modo que quiera el cliente, porque puedes pedirle un tipo de conclusiones concretas”, es el SPSS (statistical package for the social sciences). Es lo que llaman “estadística inferencial”, es decir, la que infiere comportamientos o patrones más allá de los datos fríos.
Lo usan también los partidos políticos y los gobiernos. Estos dos últimos se valen de estas “fuentes secundarias” (que no proceden de encuesta directa) para detectar “tendencias, estados de opinión”, nos cuenta el director general de Sigma Dos, José Miguel de Elías. Es lo que ellos llaman “estudios cualitativos”, que pueden ayudar, por ejemplo, a confeccionar un programa político o una campaña electoral.
Charly cuelga fotos de una noche de cervezas, y comenta con sus amigos (leemos sus nombres) que pasará unos días por España en febrero. Mencionan el bar donde suelen quedar, en la calle del Limón. La vida privada también es útil. En junio pasado, Reino Unido nombró jefe del MI6 (servicios secretos) a John Sawers. Y a los pocos días, un periódico inglés publicó fotos personales del nuevo jefe de los espías haciendo buenas migas con Hugo Haigh-Thomas, socio y estrecho colaborador del historiador David Irving (arriba), que estuvo preso en Austria por pronazi, nada menos. ¿La explicación? Desde hacía tiempo, y mientras Sawers era aún embajador de su país ante la ONU, su esposa, Shelley, se había preocupado de ir colgando todo tipo de detalles sobre su vida personal. Entre ellos, retazos de su intimidad, y esas y otras comprometedoras fotos en su casa, de vacaciones, en fiestas familiares y hasta haciendo cabaret.
Lo sangrante es que el propio día del nombramiento de su esposo, lady Sawers colgó 19 imágenes nuevas; y “atendía” amablemente las felicitaciones por el cargo de sus amigos y allegados. El Mail on Sunday, el diario que destapó la imprudencia del matrimonio, hurgó un poco más y dio con una entrada en el blog de Irving donde Haigh-Thomas recogía como creíble el testimonio de un ex oficial de las SS alemanas que aseguraba haber recibido órdenes de los rusos de construir falsas cámaras de gas en Sachsenhausen para simular el holocausto. Aun así, no son solamente espías, partidos, prensa y multinacionales los que pueden sacar partido de la “inteligencia de código abierto”. En 2009, la aseguradora Manulife se ha negado a pagar la baja por depresión de Nathalie Blanchard, una ejecutiva de IBM en Canadá, después de sacar de su Facebook fotos de fiestas y vacaciones recientes.
Charly Tango ha contratado en una tienda una línea de ADSL con Orange que vio en una web (véase a la izda.), para trabajar “sin moverme de mi barrio”.
Cabe esperar que, con este panorama, Google Earth sea una joya para los espías... y resulta que no: “La CIA, el Mossad, el CNI, el MI6... no usan nada de esto. Tienen sus propios satélites, y son bastante más precisos”, apunta Eric Frattini. Lo que sí puede ser una mina son las cámaras de seguridad de ayuntamientos y comercios. “Hilando secuencias de unas y otras, Scotland Yard reconstruyó el recorrido del espía Litvinenko desde que fue envenenado con polonio 210 en un restaurante hasta su hotel en Londres”, remata. Y tampoco hay que desdeñar la tecnología que acaban de lanzar los neoyorquinos CitySense. El servicio localiza la posición de los teléfonos móviles y va asignando un color a cada usuario anónimo según sean sus geo-hábitos y comportamiento. Si te conectas, ves dónde está la mayoría de las personas que tiene tu color; es decir, los más afines a ti. Tremendo.
Y ahora, dinos: ¿crees que eres tú el protagonista de este reportaje? ¿Estás tranquilo?
La madre del cordero. No me extraña que hayas huído de Facebook...
ResponderEliminarDiegus.
Mi opinión es que sabiendo esto, no hay que negarse a trabajar con estas tecnologías, solo hay que saber que dejas ver a los demás. http://miintencionparadojica.blogspot.com/2009/11/te-exhibes-en-facebook.html
ResponderEliminarLPH estoy totalmente de acuerdo contigo...
ResponderEliminarEsto da un poco de miedo, es cierto. Pero la otra cara de la moneda es que yo estoy leyendo esto y me estoy informando de cosas que de no ser por este blog no me enteraría. A pesar de todo, estamos entrando en una era importante donde la información es como una gran conciencia social.
ResponderEliminarHola Rosa, también decirte que internet es una maravillosa arma de documentación... ahora puedes rastrear un libro en concreto en México DF, en Boston, en Austin, en Nueva York y finalmente en Chicago como me ocurrió a mí..
ResponderEliminarMaravilla de Internet.